MELILLA

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MELILLA

5 historias por encima de la valla

 
 

Pilar

Omar

Manuel

Paqui

Gurugú

 

11,5 kilómetros de largo; 6 metros de alto. A un lado, agentes de élite de la Guardia Civil; al otro, soldados marroquíes desplegados a lo largo del vallado. La triple valla de Melilla está diseñada para ser imposible de superar. Sin embargo, miles de personas lo consiguen: el hambre y la pobreza los empujan hacia su sueño. ¿Qué ocurre entonces al otro lado? Un equipo de COPE ha pasado 72 horas allí para descubrirte estas historias

 
 
 
 
 

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  UNA NUEVA VIDA EN ESPAÑA
  Pilar vive en Vizcaya con sus padres. Un día le contarán esta historia: su madre estaba embarazada de ella cuando cayó al mar desde la patera en la que trataba de alcanzar Melilla. Huía de la guerra en Costa de Marfil. Allí era policía: sentencia de muerte
  
  
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  Pilar es melillense. Y el cabo Javier Ferrón es su padrino: le debe la vida. Ella, sus padres y su hermano. Todos cayeron al agua; a todos los consiguió sacar
  
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  Javier acababa de salvar cuatro vidas. La familia fue atendida en el hospital y luego trasladada al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, el CETI. El 27 de febrero de 2012 nació Pilar. Días después sus padres se presentaron con ella y su hermano de 6 años en la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla: querían conocer al héroe.
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  Pilar se llama así en honor de la patrona de la Guardia Civil, en agradecimiento a quienes salvaron a toda la familia. Su bautizo fue una fiesta a la que acudieron juntos agentes, miembros de los servicios sociales, compañeros del CETI,…
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  Gracias a la Guardia Civil de Melilla se agilizaron los trámites para regularizar la situación de la familia en España. Pronto viajaron a la Península. Primero a Cataluña, después al País Vasco. Lydie, policía en Costa de Marfil, trabaja ahora ayudando a otros inmigrantes; su marido es jardinero. En el aeropuerto de Melilla, un último biberón de despedida.
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  Javier sigue en Melilla, donde nació. Cabo del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas, continúa saliendo al mar para ayudar a quienes llegan en patera. Recibió la Medalla de Oro de Melilla y la Medalla al Mérito de la Guardia Civil. Le hizo mucha ilusión; casi tanta como el viaje que ha hecho este verano al País Vasco para pasar unos días junto a Pilar.
  FIN DE ESTA HISTORIA.
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  LA HISTORIA DE OMAR, EL HOMBRE QUE QUIERE CONOCER LA PAZ
  En 1991 comenzó en Somalia la guerra civil que hoy continúa. En 1991 nació Omar en Mogadiscio, la capital del país. Decidió abandonar su casa el día en el que un cohete destrozó su taxi, su medio de vida. ¿Su sueño? Simplemente conocer la paz, simplemente poder vivir sin guerra por primera vez.
  
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  Omar acude regularmente a la sede de Melilla Acoge. Con las voluntarias de esta ONG aprende español, acude a talleres de formación y conoce algo que le interesa especialmente: cómo pedir asilo en España. Pero, ¿cómo llegó hasta aquí?
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  Casi un año y medio después de su partida, Omar llegó al último obstáculo que le separaba de su sueño: la valla de Melilla, la triple valla de seis metros de altura que lo domina todo.
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  Aquí vive Omar ahora, en el CETI. Aquí duerme, come tres veces al día, entra y sale con libertad,…y vive en paz. 5.700 kilómetros después, espera poder viajar a la Península. Puesto a soñar, con sus 2 metros de estatura y su chándal del Real Madrid, le gustaría poder jugar al baloncesto.
  FIN DE ESTA HISTORIA.
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  LA HISTORIA DE MANUEL: SUEÑOS DE FÚTBOL
  Campo de fútbol de La Cañada, a 300 metros del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. Césped artificial para una gran ocasión: el Mundialito del CETI. Selecciones nacionales formadas por los internos del Centro luchan por el título.
  
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  Manuel Agulló, 60 años, Comandante del Ejército en la reserva. Es el entrenador del CETI C.F., el equipo de inmigrantes que participa en la liga local. Además ha organizado para ellos una escuela de fútbol y, ahora, este Mundialito. “Todo por ayudar a estos chavales a olvidar lo mal que lo han pasado”, dice.
  
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  Estamos sobre el césped. Es un mundialito, pero el ambiente es de Mundial. Posa la selección de Costa de Marfil.
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  Gestos de de concentración en los jugadores de Camerún, el favorito para llevarse el partido
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  Las caras de los internos del CETI son normalmente de seriedad, espera, aburrimiento… Todo lo contrario aquí. Los inmigrantes, muy jóvenes, sonríen. Están entusiasmados. Han venido a ver a sus equipos.
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  El partido termina con sorpresa: Camerún 1- Costa de Marfil 2. Los inmigrantes regresan al CETI. Lo que ven no es la valla que saltaron; son las redes que rodean el campo de golf de Melilla. Debajo, chamizos donde algunos pasan el rato. Al fondo, Abdalá y sus amigos. No quiere que grabemos su imagen, pero habla con nosotros. Escucha su historia y su sueño.
  
  FIN DE ESTA HISTORIA.
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  LA HISTORIA DE PAQUI Y EL CIBER DE LOS INMIGRANTES
  Paqui es voluntaria de Cáritas Melilla y una de las encargadas del Programa Ciber Espacio: 10 ordenadores con Internet a disposición de los inmigrantes. Hacen cola para conectarse gratis con sus familiares y amigos.
  
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  Akhtar llegó hace tres meses desde el Congo. Tiene 25 años. Es uno de los 50 subsaharianos que hoy utilizarán los ordenadores del Programa Ciber Espacio. Puede estar conectado durante una hora; después cederá su turno al siguiente compañero.
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  La sala de Cáritas está siempre llena. Debido a la demanda, los inmigrantes deben pedir cita previa. Lo hacen en cuanto terminan su tiempo de conexión.
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  Yannick es de Benin. Saltó la valla tras pasar un año esperando su oportunidad en el bosque, en el monte Gurugú. Allí llegó tras un viaje de cuatro meses por el que pagó a las mafias 350 euros.
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  Aquí ocurre todo. La sede de Cáritas Melilla abre sus puertas a los internos del CETI de 9 a 14 horas. Por la tarde, en esos mismos ordenadores se sientan a hacer sus tareas escolares jóvenes melillenses y marroquíes. Bueno…sus tareas escolares, su Tuenti, su YouTube,…
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  30 minutos andando para volver a la rutina del CETI. Tendrán que pasar varios días para poder conectarse de nuevo. El Programa Ciber Espacio de Cáritas Melilla tiene lista de espera.
  FIN DE ESTA HISTORIA.
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  GURUGÚ: LA ANTESALA DEL PARAÍSO
  "Paraíso” es como muchos inmigrantes llaman a Melilla. Así ven la ciudad desde el monte Gurugú, el infierno en el que viven durante meses antes de intentar saltar la valla. Tan cerca; tan lejos.
  
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  Al otro lado de la valla todo es más sencillo para cualquier español. Basta llevar el pasaporte para cruzar de un país a otro. Estamos en el paso de Beni Ensar.
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  Tras rellenar un cuestionario en francés, entramos en Marruecos, camino del monte Gurugú. Nos advierten de que en esta zona, por motivos de seguridad, no se pueden hacer fotos. Llueve.
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  Mientras, la vida transcurre con normalidad en la carretera. Sigue lloviendo. Una furgoneta patina y choca con un taxi que queda al borde del precipicio. Sus conductores discuten. Presencian la escena los chicos melillenses a los que la furgoneta subía a la cumbre del Gurugú para lanzarse desde arriba en bicicleta.
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  Están junto a una curva, mojados por la lluvia, esperando un día más la oportunidad de saltar y entrar en el “paraíso”. Vigilan por si viene la policía marroquí, como casi cada día. Cuentan que los persiguen y ellos corren monte arriba para ponérselo más difícil. Desmantelan sus campamentos. A los que cogen los llevan a Tánger, a Casablanca,…pero acaban regresando.
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  Venía la policía. O no. Nosotros no la vimos. Los inmigrantes desaparecen entre los árboles. Apagamos la cámara y escondemos el micro. El conductor marroquí nos pide que salgamos de allí cuanto antes si no queremos tener problemas con los agentes. De vuelta a Melilla, cruzamos una frontera que para los habitantes del bosque es un muro, pero no insalvable.

Escucha las historias

 

Pilar

Omar

Manuel

Paqui

Gurugú